El tronco de Navidad, un clásico entre los postres navideños

Con permiso del roscón de Reyes, qué duda cabe que el tronco de Navidad es uno de los auténticos protagonistas de estas fiestas. Con una textura y un sabor más parecido a una tarta que a otro postre característico de la Navidad, los troncos se han ganado su espacio entre las delicias navideñas más demandadas cada año. Pero claro, siempre es mejor que éste sea de elaboración casera y tradicional.

En toda mesa navideña no debe faltar el ya convertido como un clásico entre clásicos: el tronco de Navidad. Un postre navideño que cada vez coge más fuerza en España y que tras sus espaldas puede presumir de tener una tradición europea prácticamente en todos y cada uno de los países del continente.

En Artesanos El Boticario lo puedes encontrar con tres sabores diferentes:

Para los amantes de los sabores intensos: nuestro tronco de Navidad relleno de trufa y con cobertura de chocolate con leche.

Para los amantes de lo nuevo: un tronco de Navidad relleno de nata pero con cobertura de rico chocolate blanco.

Para los amantes de lo tradicional: el tronco de Navidad relleno de turrón y con cobertura de chocolate.

¿Con cuál te quedas? Lo sabemos, te lo hemos puesto complicado. Eso sí, todos y cada uno de ellos están hechos siguiendo las recetas tradicionales y procesos de fabricación artesanales, sin aditivos ni edulcorantes. Son troncos hechos a mano porque queremos y creemos que estos postres deben ser tan especiales como lo son nuestros clientes: ¡viva lo artesano!

Tronco de Navidad relleno de trufa y con cobertura de chocolate con leche

El origen del tronco de Navidad

Lo habitual es comer el tronco de Navidad como postre y, más tarde, los polvorones, turrones, peladillas y otros dulces característicos de estas fiestas pero ¿conoces el origen del tronco de Navidad? ¡Te vas a sorprender!

Como suele ocurrir en estos casos, el tronco de Navidad tiene tantas versiones como países dónde se consume. Bautizado como “Buche de Noel”, este postre se remonta a la tradición cristiana de quemar en casa un tronco de madera para calentar los hogares, sobre todo en estos fríos meses de invierno. También como símbolo para celebrar el solsticio de invierno y la llegada del nuevo año.

La tradición dice que el tronco debe estar ardiendo tres días para luego apagarlo con vino o aceite. La iglesia católica recuperó esta tradición en la época medieval, sobre todo en Francia, y desde ahí se extendió rápidamente sobre todo por el centro y este de Europa.

Ya en el siglo XIX, el uso cada vez más extendido de estufas y no de chimeneas ni fuego dentro de los hogares hizo que se modificara la tradición pero sin olvidar el tronco de Navidad. Eso sí, ahora convertido en dulce como un homenaje a esa vieja tradición que llenaba de calor los hogares.